2019-01-31
Parece simple, meterlo al horno y esperar. Pero preparar un buen pollo asado, de corteza crujiente y jugosas pechugas, tiene más ciencia de la que parece. Con estos tips de Doña Carne conseguirás el asado perfecto para tu pollo.
El aderezo.
Sal, pimienta y especias es suficiente para que el pollo quede en su punto. Es importante salpimentar también el interior, porque ese aderezo irá directamente a la carne, especialmente a la pechuga. Luego dejar reposar unas horas antes de meterlo al horno.
Un consejo es también frotar la pieza con agua y/o con aceite de oliva antes de pasar al horno, para que tenga algo de humedad y no se seque en exceso.
¿Un limón en el interior?
El viejo truco de las abuelas, sí, funciona. Y no solo un limón, también puedes colocar una cebolla cortada en dos mitades para realsar el sabor.
Mantequilla bajo la piel.
Colocar mantequilla entre la piel y la carne de las pechugas para que al derretirse con el calor del horno éstas queden jugosas y no secas.
Para ello, tanto desde la parte trasera como desde el cuello del animal habrá que ir despegando con los dedos la piel de la carne, e introducir masajeando la mantequilla en ese espacio abierto, procurando que la piel vuelva a quedar después bien sellada. Al derretirse, dará jugosidad y un extraordinario sabor a las pechugas.
Conseguir una piel crujiente
Para conseguir la tan deseada piel crujiente, no se debe salar el pollo por fuera (sí por dentro), porque la sal atrae la humedad y hará que la piel se cueza, no se ase. Además, dar un toque final de horno a alta temperatura para conseguir color y textura crujiente en la piel.
El jugo y la salsa
Un error habitual es llenar la bandeja donde se asará el pollo de agua, vino u otro líquido. Es un error porque, de esa forma, se cocerá más que asarse. Sí conviene depositar algo de líquido, pero en pequeña cantidad.
Carniceria Doña Carne llamados de amor
2019-03-28
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